Como si se tratara de adictos sin su droga, los ratones sin sus norias rodantes echan de menos aquello de lo que carecen, lo que indica, según un nuevo estudio, que los animales pueden desarrollar adicción al ejercicio físico.
Lunes, 1 diciembre 2003
IBLNEWS, EUROPA PRESS
Así lo indican las conclusiones del trabajo dirigido por investigadores de University of Wisconsin-Madison (Estados Unidos), que ahora publica la última edición de la revista 'Behavioral Neuroscience'.
El nuevo trabajo aporta evidencias de que el mismo circuito cerebral implicado en otros tipos de síndromes de abstinencia, tales como los del alimento, las drogas o el sexo, se activa en ratones a los que se les niega el acceso a su ruedecita. Los nuevos hallazgos refuerzan, pues, las teorías sobre la naturaleza adictiva del ejercicio en ciertos animales.
Los investigadores han llegado a estas conclusiones estudiando los cambios en la actividad cerebral de dos grupos de roedores: uno de ratones típicos de laboratorio y otro de ratones que, tras 29 generaciones, han mostrado una especial afinidad por el ejercicio voluntario de rodar en su noria.
Un motivo detrás del ejercicio físico
Los especialistas indican que todos los ratones practican el caminar sobre la ruedecita o noria típica de sus jaulas, por lo que se deduce que tienen una motivación para realizar este ejercicio.
De hecho, se ha visto que, cuando los animales son privados de este ejercicio se activan en su cerebro unas 16 de 25 áreas cerebrales. Los ratones que llevan varias generaciones practicando parecen tener una predisposición genética que les permite recorrer distancias más largas, pero en caso de verse obligados a frenar el ejercicio, su síndrome de abstinencia provoca una mayor excitación neuronal, lo que se ha comprobado gracias a mediciones del gen Fos que se expresa en respuesta a dicha estimulación.
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