13.01.2018.
«Hoy, gordita, he tenido que dar el paso que tanto me había resistido a dar. Llevabas ya dos meses con un cáncer que se iba apoderando de tu cuerpo, aunque has conseguido hasta el final seguir siendo una glotona -sorprendente, dadas las circunstancias- y una andariega. Aun hoy has querido salir a dar una vuelta al jardín, y eso que ya apenas te movías. Quizás tu instinto de felina lista te decía que esa era la última vez que lo verías.
¿Qué decir de mi Penélope cuando me ahoga la pena? Que la voy a echar terriblemente de menos es lo evidente; que jamás voy a conocer una gata como ella es lo increíble. He tenido muchos gatos, pero ella era la más fiel y amorosa que he tenido. Me seguía a todas partes, y siempre por las mañanas me llamaba delante de la puerta de mi habitación, ansiosa por saludarme.
También era la gatita más expresiva que he visto. Su morrito cambiaba en función de si le decías cosas bonitas o si le olía bien una comida y a duras penas se controlaba para no abalanzarse sobre tu bandeja; o si jugabas con ella sobre la manta y tú con la mano por debajo como si fuera una serpiente. Se ponía como loca para morderte. Nos encantaba su cara cuando lo hacía.
Al volver a casa hoy por la tarde, apenas podía creer que ya no estaba dentro, que ya no la voy a volver a ver. Sé que el tiempo aminorará la pena, pero ahora sólo me invaden la tristeza y el vacío. Eso sí, mientras yo pise sobre la tierra, sus huellas andarán conmigo.
¡Gracias por haberme permitido tenerla todos estos años!
¡Adiós, Croquetita!»
Almudena